¿Notas que se te hinchan las piernas, que las pantorrillas se hunden o que en los tobillos te quedan marcas? Eso se llama edema vascular. Sucede cuando los vasos sanguíneos, Estan debilitados y saturados de impurezas, empiezan a filtrar líquido hacia los tejidos. Con la hinchazón llegan también el dolor muscular y los calambres: señales de que la circulación ya no funciona como debería.
Todo el mundo sabe que la hipertensión, los infartos y los ictus vienen del exceso de colesterol. Pero eso es solo la punta del iceberg. Las arterias “sucias” están detrás de 9 de cada 10 dolencias crónicas que creemos incurables.
Dolores de cabeza, subidas de tensión. Te duelen las articulaciones, crujen, la nuca no gira, la espalda no se dobla. Las piernas se hinchan por la noche, y por la mañana la cara aparece inflamada. Oyes pitidos en los oídos. Se te duermen los dedos, las extremidades están frías. La vista falla. La memoria se resiente. No tienes fuerzas para nada. Muchos dirán: “Es la edad”. Pero no es cierto.
Pedro Cavadas es uno de los cirujanos más reconocidos de España. Especialista en cirugía reconstructiva y trasplantes, es conocido por sus operaciones pioneras y por su dedicación a pacientes sin recursos. Su talento y humanidad han marcado un antes y un después en la medicina. Participa en congresos internacionales y sigue investigando sin parar. Le apasiona explicar la medicina de forma clara y cercana. Y tiene una convicción firme: la salud de nuestras arterias determina el 90% de nuestro bienestar.
¿Doctor, por qué insiste tanto en que los vasos sanguíneos representan el 90% de nuestra salud?
– Pedro, usted suele decir que los vasos sanguíneos son el 90% de nuestra salud. ¿Nos lo puede explicar?
– Claro. Empecemos por una pregunta: ¿cuál es el órgano más grande del cuerpo humano? Poca gente lo sabe. Algunos piensan que es el cerebro, otros dicen que es el hígado. Los más leídos te dirán que la piel. Pero en realidad, el órgano más grande es el sistema vascular.
Si pusieras todos tus vasos sanguíneos uno tras otro, darías dos vueltas y media al planeta
¿Te lo imaginas? Si estiraras todos los vasos de una persona y los unieras, formarían una línea de unos 100.000 kilómetros. Para comparar: la circunferencia de la Tierra es de 40.000 km. Es decir, tus propios vasos podrían rodear la Tierra dos veces y media. Increíble, ¿no?
Y no, no son solo “tuberías”. Son un sistema vivo, dinámico. Y si algo va mal ahí, el cuerpo entero lo nota.
¿Qué pasa cuando ese sistema empieza a fallar?
Las arterias “atascadas” hacen que todos los órganos pasen hambre
El exceso de peso, aunque no lo parezca, tiene mucho que ver con el estado de los vasos sanguíneos. Cuando las arterias están sucias, llenas de colesterol, los órganos empiezan a quedarse sin nutrientes. La sangre no les lleva lo que necesitan, y entonces el cerebro interpreta que “tenemos hambre”. Comemos, pero el problema no se soluciona: los vasos siguen bloqueados y los órganos siguen sin recibir lo que requieren. Resultado: más hambre, más ganas de picar, más necesidad de dulce y grasa. El cuerpo pide calorías porque se siente débil.
Cuando algunos de mis colegas les dicen a sus pacientes: “Tienes hipertensión porque tienes sobrepeso”, están confundiendo causa y efecto. Muchas veces es al revés: el sobrepeso llega por culpa de la hipertensión.
Se suele decir que “sin salud no hay felicidad”, pero yo añadiría: sin arterias limpias no hay salud.
Y por eso no me cansaré de repetirlo: si quieres una vida larga, activa y sin limitaciones, cuida tus vasos sanguíneos. Limpiarlos regularmente es la clave para prevenir el 90% de las enfermedades crónicas que hoy en día muchos creen “incurables”.
¿Qué ensucia nuestras arterias además del colesterol?
Todos sabemos que el colesterol es malo. Es el que forma esas placas que obstruyen las arterias, estrechan el paso de la sangre y cambian el flujo. Pero no es el único culpable.
6,1 kilos.
Es la cantidad total de impurezas que se acumulan en nuestras arterias a los 50 años.
Colesterol
Las placas de colesterol, también llamadas “ateromas”, representan el 65–70% de los depósitos que se forman en los vasos. A los 50 años, una persona puede tener hasta 5 kilos de estas placas en su sistema vascular. Eso estrecha el flujo sanguíneo 4 o incluso 5 veces.
Para que te hagas una idea: si el diámetro normal de una arteria es como tu dedo, con esas placas se reduce a algo del tamaño de cuatro cerillas juntas.
Estas placas no son mortales por sí solas. Pero empeoran la calidad de vida: presión alta, dolores de cabeza, cansancio, dolor en las articulaciones, apatía... El verdadero peligro llega con los trombos.
Masa trombótica
Los coágulos son menos numerosos —unos 800 g a 1 kg — pero mucho más peligrosos. Son inestables. En cualquier momento uno puede soltarse, viajar por el sistema sanguíneo y bloquear completamente una arteria. Lo que sigue es una isquemia: el órgano al que iba esa sangre deja de recibirla.
Infarto cerebral, infarto de miocardio, fallo hepático, colapso pulmonar, insuficiencia renal. Incluso las hemorroides son un tipo de isquemia en los vasos del recto. Y si se obstruyen vasos pequeños en las piernas, puede terminar en necrosis. Sí, en gangrena.
Depósitos de cal: el enemigo silencioso
Las acumulaciones de calcio en las arterias provienen de restos de medicamentos y químicos. A los 50 años, pueden llegar a tener 300–400 g de estas placas calcificadas. Se acumulan sobre todo en el cerebro.
¿Lo más peligroso? Su forma. Los cristales de calcio son afilados. Si el vaso se contrae por estrés, esfuerzo físico o cambios bruscos de temperatura, esos cristales pueden rasgar la pared del vaso. Si eso ocurre en el cerebro, estamos hablando de hemorragia cerebral.
¿Cómo saber si tus arterias están en mal estado? ¿Qué señales da el cuerpo?
– Sinceramente, si tienes más de 45 años y nunca te has hecho una limpieza vascular, puedes estar seguro de que tus arterias ya tienen problemas.
Los 45 años marcan el punto de inflexión. A partir de ahí, hay que empezar a cuidar los vasos sí o sí.
Las placas, los coágulos, los depósitos de calcio... todo eso llega con la edad. Y nuestra forma de vida lo acelera entre 5 y 8 veces.
La primera señal: la hipertensión
¿Te han diagnosticado presión alta? Aunque no sientas nada aún, ese ya es un aviso claro. Si tomas pastillas, si notas cambios con el clima, si te pesa la cabeza, si te duelen las articulaciones... es muy probable que tus arterias estén obstruidas en un 70%. Solo queda un 30% libre.
Cuatro enfermedades comunes causadas por vasos defectuosos:
1. Hipertensión
Tensión alta constante o que sube sin motivo. El sistema vascular ya está agotado y pide auxilio.
2. Várices
Venas abultadas, pesadez, hinchazón, arañas vasculares. Las válvulas venosas no aguantan más por culpa del colesterol y los coágulos.
3. Hemorroides
Obstrucción en los vasos del recto. Empiezan como fisuras y acaban en dolor constante.
4. Osteocondrosis
Los cartílagos no se regeneran bien. Pierden elasticidad, se endurecen, llegan los dolores de espalda y cuello.
Siete señales ocultas de un sistema vascular en crisis:
¿Tienes al menos uno de estos síntomas? Es una señal clara: tus vasos sanguíneos piden ayuda.
Muchas veces los síntomas no vienen solos. La gente empieza a tomar una pastilla para la tensión, una pomada para las venas, supositorios para las hemorroides, gel para las articulaciones... y, por supuesto, analgésicos, una y otra vez.
Así se gastan montones de dinero en soluciones temporales, sin tocar la raíz del problema: las arterias obstruidas.
Y por eso el primer paso debe ser apoyar el sistema vascular desde dentro, de forma global.
¿Cómo ayudar a los vasos sanguíneos a enfrentarse al colesterol, los coágulos y el calcio?
Pongamos un ejemplo. Imaginemos a Rosi Catona. Tiene 57 años, sobrepeso, tensión alta y varices. Es muy sensible a los cambios de el tiempo —le duelen las articulaciones, siente presión en la cabeza, le falta energía.
¿Cómo apoyar sus vasos sin tener que ir al médico y sin escuchar los típicos consejos como “pierde peso” o “haz ejercicio”?
Y sí, entiendo perfectamente que mucha gente ya no confíe en los médicos.
Pero Rosi puede ayudarse sola.
Para cuidar el sistema cardiovascular desde casa, hay un suplemento con excelente reputación: Vitacardin.
Vitacardin ayuda a prolongar una vida activa, aportando ligereza y energía al cuerpo.
Actúa como una limpieza profunda de las arterias, pero sin operaciones, sin riesgos y sin efectos secundarios.
El tratamiento ayuda a mantener en forma todo el sistema vascular: desde las grandes arterias hasta los capilares más finos.
Vitacardin combina extractos vegetales, vitaminas y minerales.
Tomado con regularidad, sus ingredientes actúan como limpiadores naturales.
Ayudan a eliminar suavemente el colesterol acumulado, los restos de coágulos, el calcio y otras impurezas que dificultan la buena circulación.
Y lo que antes parecía parte del día a día —hinchazón, pesadez, zumbidos en los oídos, cansancio— empieza a desaparecer.
En solo mes y medio o dos meses de tratamiento, los cambios se sienten.
La mente se aclara, desaparecen los dolores de cabeza. El cerebro recibe el oxígeno y nutrientes que necesita, y responde rápido.
El oído se afina, escuchas incluso una conversación tenue en la habitación de al lado.
La nariz respira libre, sin congestión ni sensibilidad exagerada a alérgenos.
La respiración es profunda y tranquila, como si el aire refrescara todo el cuerpo.
Comer se vuelve más placentero: te sacias con menos y no necesitas tanto dulce o grasa.
Las articulaciones agradecen: desaparece la rigidez, te mueves con fluidez, como si el cuerpo recuperara su lubricación natural.
— Es impresionante. Sinceramente, nunca había oído hablar de un suplemento así. He oído cosas sobre los nutracéuticos —en Japón o Israel forman parte de los protocolos médicos oficiales. Pero aquí aún hay mucho escepticismo.
— Rosi Catona seguramente ya esté cansada de promesas vacías. Tal vez haya probado de todo y jurado no gastar ni un euro más en “milagros”.
Déjame contarte una historia. En 1928, se descubrió la penicilina. Cambió la historia de la medicina. Pero al principio muchos no creían en ella —estaban cansados de decepciones.
Los que se atrevieron, se curaron. Los que no... perdieron su oportunidad.
La desconfianza puede ser un enemigo peligroso.
Igual que la penicilina revolucionó el tratamiento de las infecciones, hoy los nutracéuticos están transformando la forma en que cuidamos de nuestras arterias.
En países como Japón, Canadá, Corea, Suiza o Israel, los suplementos naturales están totalmente integrados en el cuidado vascular.
Y en España, las clínicas privadas de élite ya los utilizan. Pero para el resto, aún se ofrecen solo fármacos con efectos secundarios.
— Supongamos que abro el envase de Vitacardin, tomo una cápsula y bebo agua… ¿Qué pasa después? ¿Cómo funciona?
— Se activa un verdadero mecanismo natural de limpieza:
Vitacardin es como una bomba de limpieza interna.
Ayuda a despejar los vasos, recuperar la nutrición celular y mejorar el rendimiento cardíaco.
Con el tiempo, se reduce la visibilidad de las venas marcadas, mejora el estado con varices. Desaparecen los síntomas de hemorroides, se alivian las articulaciones.
Vitacardin apoya simultáneamente al sistema vascular, al corazón y al metabolismo.
Te sientes con más energía, más ligero, con ganas de moverte.
Es como quitarse una piedra del pecho y respirar a pleno pulmón.
El corazón late sereno, sin sobresaltos ni peso.
La arritmia y las punzadas en el pecho quedan atrás.
Vitacardin reduce riesgos y devuelve juventud a tus arterias.